Vittore Baroni
Los sellos tienen una función precisa, pero al mismo tiempo
son vehículos de fascinantes imágenes. Los más
raros ejemplares pueden alcanzar precios altísimos, pero por
norma general, los sellos son baratos, aparte de agradables de
observar (y conservar). Miles de coleccionistas, en todo el mundo,
dan vida a un mercado que dispone de tiendas y revistas
especializadas, guías de tasaciones, apropiado instrumental
de trabajo (pinzas, lupas, recipientes, etc.) La filatelia es, si
queremos, un sistema de arte en miniatura. Y si es verdad que en el
arte de museos se infiltran a menudo obras falsas o plagios,
también las emisiones legales de sellos ha generado cantidad
de imitaciones, parodias y falsificaciones. Al contrario de lo que
sucede con el papel moneda, frecuentemente reproducida con
intenciones criminales, las falsificaciones filatélicas son
generalmente totalmente inocuas: sellos promocionales, precintos
para sobres de instituciones y asociaciones benéficas, o bien
imágenes para uso "lúdico" y privado ( muy populares
en los sesenta los sellos para chupar, "al LSD"!). De todas formas,
estas emisiones no son casi nunca usadas para defraudar al sistema
postal.
Magníficos ejemplos de sellos "sin autenticidad" , que
circulan en cantidad numerosa desde hace una veintena de
años, son las creaciones de artistas representantes del
complejo fenómeno/movimiento internacional que lleva por
nombre Mail Art. La paradoja es que las "falsificaciones" de los
artistas postales son mucho más originales que los sellos
auténticos, los cuales se limitan en general a miniaturizar
reproducciones de obras famosas (al lado de mariposas, barcos y
bustos célebres). ¿Qué sucede en cambio cuando
Correos de los Estados Unidos contrata los servicios de Robert
Indiana para el diseño de un sello? (¿O sea, cuando el
Pop Art, en vez de parodiar objetos de uso cotidiano, es llamado
para firmar el modelo original?). ¿Se trata también de
un "sello de artista"? ¿O bien, si uno o más
individuos/artistas fundan un estado imaginario, emitiendo moneda y
sellos (la "Republique de Reves" de Jery Crimmins, "Terra Candela"
de Harley Francis, "Dao Badao" de Maerc Rastorfer, etc...), se trata
también de emisiones a su modo "legales"?.
Intentemos ordenar un poco las cosas, empezando por definir
exactamente qué entendemos por sello. Las
características esenciales de una emisión postal
"burocrática", nuestro modelo primario, son los siguientes:
- dimensiones reducidas,
- indicación del valor nominal,
- indicación del país emisor,
- tema gráfico (más posibles indicaciones
explicativas)
- perforación,
- adesividad.
Los sellos "privados", sean ejemplares únicos o hojas
enteras, raramente cumplen todas estas condiciones. Pueden,
efectivamente, portar un valor nominal (ficticio como la "Zeropost"
de Entre Tot, o verosímil como en los trabajos de Donald
Evans), pero al mismo tiempo puede echarse en falta la
indicación del país de origen, las perforaciones o
cualquier otra característica. Digamos entonces que, en
general, son suficientes algunas de las seis condiciones arriba
indicadas, para hacer reconocible el sello como tal: las
combinaciones son prácticamente infinitas, y no es posible
establecer una regla inderogable. Es obvio que un cuadro del
hiperrealista Malcom Morley ( que ha reproducido en telas de enormes
dimensiones sellos y otros documentos burocráticos), a pesar
de respetar tres de los puntos en cuestión , no puede ser
considerado un "sello de artista".
Probablemente, la tentación de uso creativo y transgresivo
del sello ha estimulado los artistas desde la infancia de las
comunicaciones postales. No hay común acuerdo entre
historiadores del ramo, acerca de la fecha precisa del nacimiento
del "sello de artista": algunos futuristas llevaron a cabo
operaciones postales, Schwitters tiene incluso sellos en sus
collages, Klein ha pintado de azul un ejemplar, otras ocasionales
incursiones pictórico-filatélicas del siglo pasado
podrían ser citadas, pero en lo que nos concierne, creemos
correcto asumir como punto de partida los "Flux Post Kids" creados
por Robert Watts y otros componentes del grupo Fluxus, en los
primeros sesenta. Fluxus, de la mano del simpatizante Ray Johnson,
se encuentra efectivamente en el origen del Mail Art en su
aceptación más amplia (comprendiendo ésta no
solo timbres, sobres y sellos, sino también el uso
conceptual, narrativo, interactivo del Network postal). Sólo
a partir de los sesenta, con la progresiva difusión del arte
por correspondencia y la entrada paralela en el mercado de
fotocopiadoras más y más sofisticadas, el sello
artístico (artistamp en la más sintética
expresión inglesa) se convirtió en objeto de
exposiciones específicas, con la participación de
autores de todo el mundo. Para Fluxus, las máquinas
automáticas para distribución de sellos situadas en
galerías de arte son sólo una estratagema mas a
emplear para cortocircuitar arte y vida. Para las nuevas
generaciones de Mail artists, el sello es en cambio una forma
expresiva a título pleno, que reclama ser atendido con
método y continuidad.
Del hecho que sellos de autor son producidos hoy en día en
gran número y en diversas partes del globo, son prueba la
investigación iniciada hace algunos años por parte del
artista canadiense Michel Bidner, desgraciadamente desaparecido,
después de graves enfermedades, antes de haber llevado a cabo
su censo de todos los operadores del sector: Bidner, de todas
formas, ha fichado y catalogado, por tipologías y
técnicas de ejecución, sellos de cerca de 1200
artistas. La primera gran exposición itinerante, que ha
llevado una nutrida representación de "artistamps" en museos
y instituciones públicas, ha sido "Artists´Stamps and
Stamps Images", preparada por el artista James Felter y presentada
originalmente, en 1976, en la Simon Fraser University de Vancouver
(con un catálogo rico en información). Otras
exposiciones relevantes, que han interesado a museos y
galerías, son las llevadas a cabo en los ochenta por Gyorgy y
Julia Galantay en Budapest, por el alemán Bernd Lobach y por
los americanos John Held Jr. y Harley Francis, en cada caso, con
publicación del correspondiente catálogo.
Publicaciones, muestras y proyectos centrados en la filatelia
artística están de todas formas en el orden del
día en la red etera e inaferrable (por ser poco "visible" al
gran público) del Mail Art. Cito solamente, entre las
múltiples iniciativas grandes y pequeñas, la serie de
antologías con colaboraciones internacionales reunidas
durante años por el argentino Antonio Vigo, las hojas de
emisión colectiva conjuntadas en Canadá por Ed Varney
y Anna Banana, en los USA por Cracker Jack Kid, el número
especial de la revista Commonpress, editado por Ed Higgins (sellos
en color-xerox), las "autohistorizaciones" en sellos autoadhesivos
de G.A. Cavellini, el dossier dedicado a los sellos de autor en la
revista francesa Doc(K)s, etc..La bibliografía acerca del
tema es ya rica, aunque de difícil localización: a
parte de artículos en revistas de arte y efímeras
publicaciones mail-artísticas, un estudio enteramente
dedicado a sellos de autor es "Art et communication marginale" de
Hervè Fischer (Balland, Francia, 1974), mientras que "The
Rubber Stamp Albun" de Joni K. Miller y Lowry Thompson (Workman
Publishing, USA, 1978) es un volumen de apertura aún por
superar en las diversas implicaciones del timbre creativo;
véase también, como simple curiosidad, el
librito-gadget de William Rowe "Surreal Stikers & Unreal Stamps"
(Dover, USA, 1982).
Un profesor mío en la universidad, el historiador de la
fotografía Italo Zannier, acostumbraba a afirmar que la
calidad de una imagen puede ser valorada plenamente reduciendo la
obra al formato de un sello: si también en dimensiones tan
minúsculas "funciona", significa que realmente es eficaz. Se
sigue de ahí que los "artistamps", constituyen un formidable
banco de pruebas para la capacidad sintético-expresiva de sus
autores, sea cual sea la técnica empleada (del collage a la
elaboración fotográfica, linoleum, óleo
fotografiado y miniaturizado, etc.). Esta disciplina, de alguna
manera equivalente contemporáneo del antiguo arte de la
miniatura, no goza ciertamente de gran consideración en los
ambientes de la crítica artística "oficial", como no
podría ser de otra forma, dada la pobreza de materiales
empleados, frente a las enormes dimensiones de las obras requeridas
hoy en día por el mercado del arte. El sello de autor,
más que un objeto de colección, es el símbolo
del "sistema de libre cambio" que mueve el Mail Art: sirve para
firmar los materiales que artistas de todo el mundo se cambian
gratuitamente por correspondencia, representa un desdoblamiento
fantástico y irreverente del franqueo "burocrático",
de la misma manera que el Mail Art practica una alegre
subversión de las reglas del mercado artístico.
En la era del microchip, con el mismo sistema postal tradicional,
convertido en obsoleto por las nuevas tecnologías
telemáticas, nada parece más frágil,
efímero y ecológico (poco papel y árboles
malgastados), que este extravagante arte en miniatura, que
cualquiera puede tener la sorpresa de encontrar en su buzón.
Y si realmente el viejo sobre será sustituido por impulsos
enviados a través de cables de fibra óptica, puede
darse que un día no muy lejano también estos
ejemplares de "filatelia alternativa" se conviertan en codiciadas
reliquias para historiadores y coleccionistas...