ALGUNAS RAZONES PARA DECIR SÍ A LA HUELGA DE ARTE
J.Seafree
[<] Huelga de Arte
Cuando hace casi tres años recibí el número 8
de "P.O.BOX" (abril 1995) y encontré en su portada la
expresión HUELGA DE ARTE bajo el dibujo de dos manos
sosteniendo un pincel roto, con referencia Barcelona 2001,
pensé que era la oportunidad para corregir los errores
acaecidos alrededor del fenómeno cultural en Madrid durante
el épico año de 1992. Entonces, la fecha anterior
quedaba reciente y los recuerdos, sensaciones, resultados y
consecuencias de aquella maldita capitalidad cultural estaban
aún vivos. Al hablar de "corregir" lo hago desde una
perspectiva decididamente marginal y/o alternativa. Puesto que el
empeño a menudo se detiene y la acción acaba
dando paso a la teorización. Puesto que cambiar, intentar
cambiar, alzar la voz, la protesta, la denuncia, servirán
como instrumentos y fines de la acción crítica, de la
lucha, pero el eco será indudablemente ínfimo.
Perdón, pues, por mi falta de esperanza; pero a pesar de ello
no puedo callar las ideas que en relación a este tema rascan
mi estómago.
Como respuesta a la posible capitalidad cultural de Barcelona en el
2001, y/o como algo más, la invitación a la HUELGA DE
ARTE en tal año y en el precedente pudiera parecer una
ocasión más, vulgar como tantas, de hacer algo sonado
con la excusa del cambio de siglo y milenio. Por otra parte, situar
la raíz de la propuesta en el eje Barcelona.Madrid parece
algo común y al mismo tiempo lleno de dificultad, dado el
carácter cosmopolita de ambas urbes y, en consecuencia, el
reconocido hermetismo en el ámbito artístico, creativo
y editorial para la difusión de ideas, nombres, tendencias,
espacios y colectivos nuevos, en los círculos comerciales, en
el mercado cultural convencional.
No cabe duda que, como afirma Clemente Padín, el arte es un
medio de lucha ideológica contra el sistema. Además
parte de razón tienen Luther Blissett, Karen Eliot y Monty
Catsin al establecer los motivos de la HUELGA DE ARTE distantes de
las huelgas en el mundo laboral. Ahora bien, ¿qué
arriesgamos nosotros, los artistas independientes, los luchadores,
los marginales, los poetas y los críticos apasionados sin
ánimo de lucro, los editores y los creadores alternativos, si
elegimos decir no la "llamamiento a la desobediencia activa", o por
el contrario, si nos sumamos a tal invitación? ¿Va a
echar de menos "el sistema" nuestro intento de meter el dedo en el
ojo si estamos desocupados con la HUELGA DE ARTE"? ¿va a
agradecer, en cambio, nuestro descanso? Aunque no pocas veces
reflexioné sobre el valor transgresor de la obra de arte,
sobre la necesidad de cambio también a partir del quehacer
artístico, reconozco que la incidencia de todo nuestro
trabajo es minúscula al lado de los gigantescos pasos del
mercado, de la cultura protegida por los estamentos poderosos, al
lado del dios-dinero, en fin, de la autoridad encubierta.
En todas la huelgas quien más arriesga es siempre quien las
hace: mineros o pintores, maestros o mail-artistas, empleados de
banca o artesanos, galeristas o poetas, bomberos o editores.
Frecuentemente, quien las secunda es quien en cierta medida vive
bajo unas circunstancias menos cómodas, puesto que no goza de
autoridad, de capacidad de decisión en una empresa, en una
fábrica, en un colectivo, etc. Que el público -es
decir, todos - deje de asistir a actos culturales y a exposiciones,
que los artistas no creen durante un período determinado,
equivaldría, de manera pronunciada e intensa, al hecho de no
acudir al puesto de trabajo por un llamamiento sindical: quien acude
a pesar de la huelga, aunque esté protestando diariamente, no
conseguirá nada, incluso si sus protestas son las de
una amplia representación no organizada. Sin embargo, aunque
la huelga no sirva para sentar de nuevo a la mesa a las partes, esto
es, que resulte un fracaso (lo que parece siempre sucede desde el
punto de vista de la autoridad), a pesar de los descuentos
salariales, a pesar de estar señalado, a pesar de la no
solidaridad transmitida, quien hace la huelga se siente firme en sus
principios. Pensemos, por tanto, en el arte, en el proceso creativo,
como en una actividad más, como en un trabajo cualquiera.
Curiosamente, estamos hablando de artistas que en su mayoría
no reciben remuneración por su quehacer, no tienen
éxito comercial con sus cuadros, con sus obras, y para
quienes la satisfacción viene dada por el propio desarrollo
de las pasiones, por el encanto cotidiano de la lucha y la
reflexión. Decir sí a la HUELGA DE ARTE es estar
arriesgando todo esto: pasión, lucha, compartir: Es bastante.
Tal vez, el tiempo venga de nuevo a remover distancias entre la
teoría y la acción, entre las ideas y las decisiones,
pero hoy por hoy, si al hablar de HUELGA DE ARTE tuviéramos
que votar en una urna, mi papeleta llevaría el SÍ. A
pesar de los inconvenientes nombrados en el segundo párrafo,
reconociendo el riesgo del silencio y comprendiendo que tras el
período determinado para la misma quienes más
habrán perdido seamos nosotros mismos. Porque,
podiéndonos en la más decepcionante de las
circunstancias --sintiendo que nuestra lucha artística
no tiene horizonte -- ese tiempo alejado de los avatares culturales,
de las excepcionales veleidades artísticas, puede devenir en
un revulsivo para otro tipo de acción, motivada
también desde las convicciones políticas y sociales,
más allá del terreno estrictamente creativo. Acaso
tuviera razón el poeta (Carlos Edmundo de Ory?) cuando
afirmaba que lo era porque no se atrevía a ser terrorista.
J. Seafree
(Madrid, 24 de febrero de 1998)
(poeta, crítico de arte y editor independiente)